viernes, 15 de mayo de 2009

Noche movidita...

Y estalla la tormenta. Tumbado en la cubierta del barco contemplo el cielo. Un espectáculo impresionante. Nubes negras que se tornan blancas, se arremolinan y chocan entre ellas interpretando el ritmo más antiguo, el latir del corazón de Gea. Rayos sinuosos culebrean en derredor mientras la lluvia me bendice con su frescor. El bamboleo del barco es tan relajante...
El resto de la tripulación grita. ¿Muerte? No, gracias. Hoy no toca. La bella dama de pálido rostro y oscura túnica se sienta junto a mí y quitándose la capucha descubre su larga melena color azabache.
-¿Acaso no me temes?
-¿He de hacerlo?
-Quizá. Soy el final de todo lo que conoces. De alegrías y penas.
-Entonces no he de temerte, ¿puede haber un final mejor que : "y murió feliz"?
-Una extraña respuesta, nunca llegaré a comprenderos del todo, pero me intrigas especialmente, mortal...
-Oh, entonces ven, rápido, ponte frente a mí.  Busca en mis ojos y ya no habrá secretos...

Tras una eternidad que apenas duró un segundo, ambos apartamos la vista. La noche estaba tarnquila. Las lágrimas surcaban su rostro.
-¿Qué ocurre?
-Jamás imaginé que pudieséis llegar a sentir tanto... He de irme, te espera una vida larga y plena.
-Buenas noches entonces, gentil dama. Nos volveremos a ver, supongo...

La cama estaba empapada y lo recordaba todo claramente. Con la escusa, había podido mirar a la muerte a la cara... Y lo que vi en sus ojos lo aclaró todo...

Y en mi reflejo, creo haber visto lo que ella vio...

Simplemente ha sido una confirmación, pero cada vez estoy más seguro del sentido variable de la vida...

Y hoy se resume en una palabra...

2 comentarios:

  1. por cierto, la palabra es bosque (y con esto se cierra la por ahora trilogía del bosque jajaja)

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