Salgo al balcón, y apoyo mi espalda contra el duro armario. La lluvia sigue con su melodía. Cada gota, cada nota, un hermoso recuerdo que atesoraré por siempre.Con mi mano izquierda aprieto fuertemente el dado, la derecha sobre el corazón y pido a los espíritus, una vez más, que te hagan llegar mi mensaje; que las gotas en tus mejillas hagan aflorar a tus labios esa tierna sonrisa de cuando estás en mis brazos. Que esos besos de agua te hagan recordarme siempre por todo lo hermoso que hemos compartido. Sigue lloviendo y a mi mente acuden recuerdos de una verde ladera, en una tarde de lluvia primaveral. Una imagen de dos jóvenes amantes, que aún se están conociendo, riendo empapados.
Ya no llueve, sólo me queda el consuelo del ritmico gotear de los tejados, tan deprimente, intentando ser lluvia. No le culpo, ¿quién no quisiera ser lluvia? Tener el mundo a tus pies y en un último instante fundirte con él cómo por accidente. Ojalá fuese gota de lluvia para poder resvalar inocentemente por tu mejilla y contemplar si en verdad sonríes cómo yo lo hago ahora.
En estas horas, mientras la vida caía del cielo, he estado pensando en lo pequeña que es mi vida y lo prepotente que resulta querer ser el protagonista de una historia grande, de algo que no todo el mundo puede alcanzar. Quizá a llegado el momento de que caiga de mi nube y me funda con la tierra, con mis pies bien atados por la gravedad. O quizá todo lo contrario, quizá es el momento de que te eleves como el agua evaporada para que ambos compartamos el mismo sueño, para que, una vez más, nuestro cuento pueda ser envidiado por los siglos de los siglos... no lo sé, no sé qué pasará, pero he decidido que pase lo que pase, y hasta que pase, voy a mostrarte mi mejor cara y voy a darte todo mi cariño como hasta ahora, si es bien recibido.
Voy a quedarme aquí, escuchando el goteo de los tejados, y pidiendo que una vez más puedan volver a ser lluvia.
Y al final... tu espíritu se ha elevado por su propio camino y a mí me toca pasar un tiempo aquí en la tierra. Con mis pies en el barro añoro el cielo, pero no de la misma manera... Quiero ser lluvia para caer sobre el mundo y, por destino o azar, ser atraído por un alma nueva a la que conocer. Anhelo la inspiración que sólo en las nubes puedo alcanzar y hoy sé que para valorarla antes tengo que saber valorar como se merece el duro suelo. Y desde aquí abajo observo tu nube con una sonrisa, y con una lágrima cayendo desde mi corazón, te deseo lo mejor, te deseo toda la felicidad posible y sólo pido que tu vida sea un cuento: el mismo deseo de siempre...
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