Que los dioses se apiaden de aquel que disfraza sus temores de rancia moral.
Que los astros se apiaden del hombre que siendo invitado por el viento reniega de volar.
Que los hijos de la tormenta, el terremoto y el volcán se apiaden del que no se lanza a bailar entre gigantes por que le puedan pisar.
Que se apiaden ellos, pues él jamás se perdonará.
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