Pero todo cambia.
Un paso más y noto un cambio de presión en la mano... eres tú, y con solo ese apretón me lo has dicho todo. Me giro y veo como el viento te alborota el pelo y siento el impulso de besar tu mejilla, tu cuello, pero no, aún no, me gusta este silencio compartido, dejaré que dure un poco más. Y tras el beso una tímida sonrisa, mi corazón se derrite y no puedo evitar admitir que ya es tuyo por completo. No tengo miedo de decirlo, ni temo lo que puedas hacer con él... pues sé que hay mucho que ganar.
Y no puedo evitar divagar, pensar en estrellas de pálida piel o en mujeres mariposa y que tal vez, como pasa con las mariposas, seas fácil de asustar. Por eso me gusta verte en acción, me retiro a un segundo plano, y disfruto viendo cómo buscas un libro entre estanterías o decides cómo será la siguiente tarta. Y cuando menos me lo espero, te pones de puntillas y me das un beso en la mejilla. Y cada día me siento más recompensado, pues creo que sientes que puedes ser tú misma a mi lado ¡y me encanta!"