Mira hacia atrás y no acierta a recordar cómo fue ¿De verdad estuvo seguro de algo? ¿Hubo un tiempo en el que no se escondía detrás de esa estúpida máscara?
Cree reconocer atisbos de seguridad, de una increíble fe en el destino, recuerdos de cuando iba ebrio de literatura fantástica, era muy joven, no llegaba a la mayoría de edad. Creía en la justa recompensa por el esfuerzo y en sonreír a los desconocidos para que el universo le devolviese la sonrisa. Sonrisas. Las guardaba como pequeños tesoros. Aquella chica hippie de pelo corto, rojo intenso, que le sonreía en el autobús, un padre y un hijo idénticos que siempre iban bromeando, una mujer triste con una maleta y que al cruzar la mirada hace el esfuerzo de devolver la sonrisa... Y sintiéndose especial pasaron los años.
Después llegó su destino, o lo que él creyó que era su destino. Todo lo que más deseaba le fue puesto al alcance de la mano y no cupo en sí de gozo. Creyó que su felicidad no tendría fin....
Y le alcanzó la desgracia. La sobriedad llegó de golpe y trajo a la resaca. Llorando en el barro se dio cuenta de que lo había perdido todo y de que, quizá, nunca había llegado a ser cierto del todo, solo una historia más, otra fantasía para su colección, ya nunca podrá estar seguro de ello. Quizá nunca llegó a ser el hombre que quería ser. Ha comprendido que la realidad es dura y que independientemente de tu comportamiento, no hay un destino, ni un karma, solo azar, el veleidoso caos que nos iguala y juega con nosotros, y la responsabilidad por nuestros actos. Y es consciente de que es hartamente improbable que se le vuelva a brindar una oportunidad igual, la estadística está en su contra, la ingeniería le ha enseñado ciertas cosas y sobre él se cierne la sospecha de que si llegase esa oportunidad volvería a cometer los mismos errores.
Aún así queda una chispita de rebeldía en su corazón, la chispa que le ha empujado a llevar esa máscara socarrona y a desempolvar los ropajes de colores, pues si no puede sonreír a la gente, intentará hacerles felices sin que ellos se enteren de qué hay detrás. La talló en la corteza de un árbol caído, apenas dos rendijas para los ojos y una gran sonrisa, falsa, estática, grotesca. Él conoce la verdad, la desdicha de esta realidad, pero puede ayudar a que otros no tengan que enfrentarse a ella.
Hace ya varios minutos que ha levantado la vista del libro y cuando consigue salir de este laberinto de sinsentidos y fijar la vista al frente la ve. Está completamente girada, en un asiento de la primera fila, mirándole a los ojos. El sol ilumina su nívea piel y le confiere un brillo casi sobrenatural o quizá demasiado natural, como de luz de luna, hace bailar reflejos de caoba, diminutos ifrits y salamandras haciendo de las suyas, en su larguísima melena, y la hace parecer, en definitiva, un ser hecho por completo de luz, una enviada del astro rey, embajadora de su luminosidad y su calidez para el disfrute de aquellos que quizá no lo merecemos. Y ,en el centro de tamaño espectáculo de luces y reflejos, una tímida y encantadora sonrisa. En cuanto se siente descubierta vuelve a sentarse correctamente y centra su atención en su teléfono móvil. ¿O quizá está leyendo?
Cuando se recupera y borra la sonrisa de estúpido que ha aflorado a su rostro, retoma la lectura donde la había dejado... Aún no se explica cómo Klark Kent y Sherlock Holmes pueden tener tanta coherencia en un mismo libro... pero ahí están y pronto conocerán a Franco.
El autobús llega a su destino y al bajar decide desearle buenos días a la hija del sol. Ella le vuelve a sonreír y le contesta:
-Buenos días. ¿Sabes? Me alegro de que por fin no lleves tu dichosa máscara, es mucho mejor así.
Sé que nunca leerás esto, aunque lo poco de mí que aún cree en la magia lo desea de veras, pero esta es la única forma que tengo de darte las gracias por una sonrisa en el momento justo. Si bien la verdadera historia acabó con el buenos días, la frase que a traición y con alevosía encasqueto a tus labios, aunque no dicha, sí fue sentida, pues así me sentí yo.
Muchas gracias. Y mis mejores deseos para ti, hija del sol, pues no puedo llamarte de otra manera, para que allí donde te lleven tus pies (o el transporte público) coseches tantas sonrisas como siembres, pues es una noble costumbre que se está perdiendo.
martes, 18 de diciembre de 2012
martes, 11 de diciembre de 2012
"And if my heart would run from her or
flee from her, be gon from her,
She'd wrap it in a nest of stars and then
she'd take it on whit her
Until one day she'd tire of it, all bored
whit it and done with it
She'd leave it by a burning brook, and off
brown boys would run with it.
They'd take it and have fun with it and
stretch it long and cruel and thin,
They'd slice it into four and then they'd
string with it a violin.
And every day and every night tey'd play upon my heart a song
So plaintive and so wild and strange that
all who heard it danced along
And sang and whirled and sank and trod and
skipped and slipped and reeled and rolled
Until, with eyes as bright as coals, they'd
crumble into wheels of gold..."
Fragmento del poema "la danza de las hadas" de Neil Gaiman
flee from her, be gon from her,
She'd wrap it in a nest of stars and then
she'd take it on whit her
Until one day she'd tire of it, all bored
whit it and done with it
She'd leave it by a burning brook, and off
brown boys would run with it.
They'd take it and have fun with it and
stretch it long and cruel and thin,
They'd slice it into four and then they'd
string with it a violin.
And every day and every night tey'd play upon my heart a song
So plaintive and so wild and strange that
all who heard it danced along
And sang and whirled and sank and trod and
skipped and slipped and reeled and rolled
Until, with eyes as bright as coals, they'd
crumble into wheels of gold..."
Fragmento del poema "la danza de las hadas" de Neil Gaiman
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